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Lecturas Analíticas

Éstas son las únicas ideas verdaderas: las ideas de los náufragos. Lo demás es retórica, postura, íntima farsa. El que no se siente de verdad perdido se pierde inexorablemente; es decir, no se encuentra jamás, no topa nunca con la propia realidad.

 

Ortega y Gasset, La rebelión de las masas



A continuación se describe lo que pretende ser un encuentro para la discusión de textos breves (de unas 15 a 25 páginas), de forma quincenal, para personas con problemas prácticos e inquietudes teóricas. La actividad es totalmente gratuita y en modalidad online. Los interesados que contacten directamente por correo electrónico (iny1010@gmail.com) o vía Whatsapp (t. 606208637).

 

ESPÍRITU

 

Se seleccionarán textos concretos que inviten a reflexionar con profundidad ideas, experiencias o fenómenos relacionados con la práctica clínica (de acompañamiento, curación, prevención, lo que se prefiera). En este espacio interesa pensar de forma original, es decir, personal, acerca de todo lo que pueda brindarnos luz a nuestra empresa como agentes de cambio. Es por esto por lo que nos parece absurdo limitarnos a delimitaciones artificiales: los textos provendrán de todo tipo de autores y épocas históricas.

 

Analizar un texto es importante, pero saber articular y transmitir nuestros pensamientos acerca del mismo es crucial. De nada sirve creer que uno lo comprende si no es verificado interpersonalmente. Además, el espacio también permitirá conocer de primera mano la cuestión histórica sobre la persuasión y la verdad: ¿puede la retórica doblegar a la dialéctica/ciencia?

 

Las problemáticas que señalan los textos escogidos nos igualan, todos partimos del mismo punto, pero rápidamente se establecerán diferencias naturales entre los participantes. Aprenderemos también de ello. No hay un ápice de neutralidad e ingenuidad en la selección de los mismos, pero es impredecible el resultado de nuestras interacciones.

 

NORMAS

 

Es una actividad de participación voluntaria, no habrá mayor beneficio que el que produzca el pensar y discutir ideas ajenas. Cuando desaparecen listados de asistencia, calificaciones y créditos académicos afloran las auténticas motivaciones de nuestro actuar intelectual.

 

Si por algún motivo no se ha podido leer y trabajar el texto, se podrá asistir, pero no participar. Esto diferencia a los que han respetado al texto, al compañero y al guía del grupo respecto los que no. En el caso de repetirse una segunda vez quedará vedada la participación en el grupo por siempre. Esta política abre la posibilidad a la aniquilación del espacio: se prefiere la Nada a la pantomima del existir por existir.

 

La agresividad en el ataque argumentativo no sólo es permitida, sino que es celebrada. Nunca se atacarán personas (falacia ad hominem), sino ideas. Para tomarse en serio cualquier cosa, para honrarla, es necesario contemplar la posibilidad de su inexistencia, es decir, de críticarla de forma destructiva. De lo contrario uno acaba fusionado con la idea en cuestión y pasa a temer destruirse a sí mismo (y acaba, por ende, sin poder pensar en serio). Por otro lado, la violencia del ataque no es siempre proporcional a la capacidad real del batallón, es menester el medir cuidadosamente y ajustar la una a lo otro.

 

 

SUGERENCIAS PARA EL ANÁLISIS DE UN TEXTO

 

Existen infinitas posibilidades para realizar una lectura analítica. A los clásicos análisis de forma y contenido pueden añadirse las motivaciones del autor, pero debe quedar claro que ningún nivel explica al otro. Un tic psicológico moderno es el valorar toda idea o acto a partir de sus motivaciones, perdiendo de vista que es compatible, por ejemplo, un origen oscuro con una verdad luminosa.

 

Para cada uno de los textos se establecerán preguntas que ayuden a estimular nuevas líneas de pensamiento, pero si se consigue no cercenarse a uno mismo descubrirá para su sorpresa una capacidad creativa infinita.

 

Lo que se pone en juego no es una lucha de inteligencias o capacidades verbales y cognitivas, pues se puede ser inteligentemente inepto para el análisis crítico. El valor en discordia fundamental en este espacio es la osadía, para sacarse a uno mismo de la ecuación y para mirar con perspectiva y sin prejuicios (sin ) cualquier cuestión. No deja de ser curioso que se crea ver egolatría en la osadía, y no en la vergüenza y en el pudor.

 

Cada participante experimentará y descubrirá cuál es el medio procedimental ideal para el análisis (sistema de notas, redacción de ensayos previos, lecturas complementarias, etc.). Lo único que se pide es que en el momento de la congregación tenga algo que decir, propio, elaborado, sin importar si se improvisa sobre unas breves notas o se expone una articulación exhaustiva. El participante es el único que podrá conocer si ese sistema obedece más a la pereza, al miedo o al objetivo que se ha marcado.

 

 

Una advertencia importante sobre las consecuencias del problematizar. El auténtico análisis crítico lleva, a menudo, al cinismo (filosófico). Queda para la discusión si como fase inicial inevitable a trascender o como territorio en el que morar definitivamente. Si no se está dispuesto a dicho peregrinar lo mejor será no iniciar el camino. Otro de los efectos secundarios del pensar es el darse cuenta de lo insensato de confiar nuestro itinerario formativo personal en cursos y másteres.

 

 

ESCENARIO

 

El espacio está integrado por cualquier persona interesada en la lectura y análisis de textos sobre la experiencia humana. En este escenario no se reconoce mayor distinción que el deseo de jugar y la voluntad de aprender. No es inusual observar mayor sentido común y profunda reflexión en bocas melladas que en relucientes batas blancas.

 

Tendremos un texto nuevo cada dos semanas que se enviará al correo electrónico facilitado con la antelación necesaria. Se procurará que no superen las 15-25 páginas, suficiente para descubrir que las minucias de ciertos pensadores son más ricas que la mayoría de sesudos textos modernos.

 

El texto propuesto constará de las siguientes partes: i) breve contexto sobre el texto; ii) ideas tangenciales que se proponen como estímulos para el pensar; iii) viñetas clínicas con casos y situaciones reales relacionados con los temas tratados en el texto; y iv) el propio texto con la referencia bibliográfica exacta (por si alguien se anima a leer la obra al completo). Asimismo, se recomienda la lectura de la siguiente sección entrada Sugerencias para una lectura analítica.

 

SUGERENCIAS PARA UNA LECTURA ANALÍTICA

 

Las siguientes ideas sobre el leer analítico se aplican especialmente a la lectura de ensayos. No obstante, y pese a los textos académicos pubmedianos, veremos que la sensibilidad estética no está reñida con la rigurosidad y la exposición clara de ideas, por lo que algunas de estas maneras de enfocar la lectura casan con otros formatos como los de ficción (novela, relato corto, etc.).

 

El resultado de una buena lectura analítica sería el siguiente: tener una idea clara de lo que el autor quiso transmitir, desglosando las ideas principales, las secundarias en las que se apoyan aquellas, el estilo que decidió impregnar al conjunto, las motivaciones que le llevaron a escribir y los objetivos que se marcó con su publicación. Al acabar, por lo tanto, uno debería de poder resumir el texto con sus propias palabras y, en el caso de tener en frente al autor, este daría el visto bueno a la interpretación añadiendo los matices necesarios[1]. Si alguien es incapaz de articular medianamente algunos de estos elementos, todo lo que opine sobre el autor y el texto serán puros prejuicios. En este espacio detestamos prejuzgar.

 

La analogía es inevitable: leer es un proceso muy similar al de mentalizar. Mentalizamos, con mayor o menos éxito, en el simple acto de conversar con nuestros amigos, cuando tratamos de convencer a alguien de algo y especialmente cuando nos disponemos a ayudar personalmente. Por ejemplo, el poder terapéutico del reflejo y el resumen[2] estriba justamente en que mediante estos gestos nos aseguramos de que la persona de enfrente sepa que la comprendemos (aunque simplemente estemos resumiendo su sentir y su pensar). En el intercambio de ideas que supone leer se da el mismo fenómeno.

 

¿Cuántas lecturas, pues, merece un texto? ¿Cuántas sesiones son necesarias para conocer una persona?[3]  No deja de sorprender las veces en las que he escuchado en reuniones el caracterizar un paciente tras una mera entrevista, o incluso hablando de oídas de este. Por desgracia, no es infrecuente que las sesiones clínicas acaben siendo una suerte de análisis pseudointelectuales a partir de muy pocos elementos, dichos con una seguridad pasmosa. Este espacio permitirá el experimentar y tolerar la respuesta temporal y la humildad epistémica (en palabras llanas: lo natural al inicio de una relación es no tener ni pajolera idea del paciente).

 

Leer una única vez el texto sería como pretender conocer a una persona hablando una única vez (o explorándola una única vez, tic asistencial al uso). El que evita la caracterización express descubre que con cada itinerancia —conversación— tiene ante sí novedades en el otro (en el texto) como en sí mismo; se descubren ideas antes ocultas o se conectan de forma novedosa. Tampoco es buena idea intentar comprender el 100% de referencias y frases —tampoco lo pretenderíamos si estuviéramos conociendo en nuestra segunda lengua al amor de nuestra vida—: lo que en un primer momento es una masa amorfa de vocablos e ideas sin aparente conexión acaba emergiendo en lo sucesivo con un sentido cristalino.

 

Más sugerencias, pruébese lo siguiente: en la primera lectura el autor tiene toda la razón, remamos a favor, le otorgamos el beneficio de la duda. Realmente le han espiado. En otra problematizamos cada una de las ideas e incluso su manera de expresarlas (ha omitido algo, se ha contradicho, ha caído o utilizado alguna falacia en particular). Está paranoico. Mi experiencia me dice que estaremos en lo correcto asumiendo las dos posturas al mismo tiempo.

 

Por último, invito a nunca leer el prólogo en primer lugar —mirar la historia de un paciente antes de entrevistarlo es mirarlo con ojos ajenos, posiblemente viciados y que no saben leer—. El orden de esta lectura bien podría ser la siguiente: 1. Texto (tiene razón); 2. Contexto o prólogo; 3. Texto; 4. Ideas; 4. Texto (está equivocado); 5. Viñetas.

 

El primer texto será un fragmento de El malestar en la cultura de Sigmund Freud.




  

 

JHG






[1] Dos aplicaciones preciosas de este proceder. La primera la constituye el ejercicio steel man en un debate, donde para continuar la discusión una de las partes resume a la otra hasta que aquella verifica exactamente lo que quiso decir. Jordan Peterson y Sam Harris lo hicieron de forma magistral en el siguiente debate: https://www.youtube.com/watch?v=GEf6X-FueMo&t=221s. La otra aplicación, esta vez clínica, es de George A. Kelly, que usaba un procedimiento similar en su lectura empática en muchas de sus técnicas narrativas (por ejemplo, a la hora de analizar una autocaracterización).

[2] Es una pena se nos transmita este conocimiento como técnica y no como espíritu del relacionarse. Un antídoto para ese tecnicismo absurdo es la lectura de El proceso de convertirse en persona de Carl Rogers.

[3] Irvin D. Yalom desarrolla este fenómeno en El don de la terapia.

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